ESPOSA AMADA MÍA:
POR: ISMAEL ILLESCAS RAMÍREZ
A casi veinticinco años de casados no recuerdo haberte escrito una carta, pues solo esto lo hacíamos cuando éramos novios. Siempre las cosas que queríamos decirnos eran de manera directa o a veces, muy pocas veces con detalles que nos nacían de corazón.
Pero esta noche en la que te encuentras dormida, cansada por la bruma del día y descansando como lo hacen los bebitos, decidí desvelarme para escribirte todo lo que en mi significas y lo orgulloso que me siento al tener a una mujer como tú.
Muchas de las cosas que escribo ya las sabes, pero deseo plasmarlas en esta hoja de papel, con mi puño y letra, y por supuesto con la pluma que me obsequiaste hace un año en mi cumpleaños.
Antes de casarnos, me enamore de ti perdidamente, como un loco desbordado y sin juicio en la vida. Conquistarte era mi más ferviente hazaña y gracias a Dios lo conseguí. Tú me ayudaste mucho para que la felicidad fuera compartida, pues aun sin que yo fuera tu hombre ideal me diste la oportunidad de brindarme ese cariño especial que aún lo tengo.
Así fue como te fuiste enamorando de mí, claro que como loco hacia lo posible y lo imposible por siempre estar bien contigo, llené de detalles el tiempo, viví encantado con tus sueños, y sentí reflejado en ti, a ese cristal limpio la cual hoy es mi espejo.
Llego el momento en que teníamos que tomar una decisión, tres años de noviazgo era mucho y siempre me sentí seguro de tu amor. De vez en cuando padecía de celos cuando te reunías con tus amigos y de todo aquel que te piropeaba en la calle, pero a la vez confiaba en ti y le daba gracias a Dios por la gran mujer que ahora es mi esposa.
Nos casamos, gracias a la felicidad que me otorgo tu respuesta, un “si”, que me hizo sentir que me había sacado la lotería.
Pero eso si, como cambia la vida de novios a esposos. Empezamos a tener más responsabilidades, si antes compartíamos mucho, ahora es el doble, desde sentimientos hasta cosas materiales, muchas de las veces los conflictos y las discusiones no se hacían esperar y vaya que ambos sacábamos todo lo negativo que poseemos.
Sin embargo, teníamos la disposición de escucharnos y hablar hasta horas interminables de lo que nos estaba pasando, y poder llegar a un acuerdo que fuera benéfico para todos.
Nuestro compromiso se hacía cada vez más grande, todo cobijado con el amor que sentimos, y llegaron los tesoros más preciados, “nuestros hijos”.
Y con ellos, la experiencia de educarlos y formarlos, vaya que es un auténtico triunfo el lograr que sean personas con valores e ideales propios, respetando su independencia y sus proyectos de vida. Aún seguimos en eso, no sé a ciencia cierta cuales son los puntos fundamentales para ser unos padres perfectos o ideales, pero tengo tranquila mi alma de que ambos hemos estado haciendo lo correcto.
En fin, tantas cosas que hemos vivido a casi veinticinco años de casados, y aun tengo cuerda para seguir.
Mañana no te despertare temprano, me iré a trabajar y dejare esta carta aquí en el tocador de nuestra habitación, y espero que recuerdes aquellos tiempos en que éramos novios y te enviaba cartas, ese gran detalle del que ya no me acordaba darte porque somos esposos y los tiempos cambian. Pero que ahora revivo para mencionarte lo mucho que te amo, ya veo en el espejo tu sonrisa al seguir los renglones de la hoja.
Dios nos bendiga y te bendiga, los porque, son muchos y más palabras para describir esto, no encuentro más.
CON TODO MI AMOR:
TU ESPOSO.