AQUILEO ROSAS, CRONISTA DE LAS ALTAS MONTAÑAS
Chocamán, Ver.- Teofilo Aquileo Rosas Juárez fue un historiador, cronista e investigador con raíces en Chocamán, quien recogió la historia de Coscomatepec, Córdoba, Amatlán y muchas localidades más.
Su gran proyecto, la recopilación fotográfica de “El Huatusquito” la dejó trunca con su repentina muerte. Su legado a 13 años de su muerte, permanece vivo entre los habitantes de las Altas Montañas.
“Me dijo el especialista que me atendió que el medicamento que me aplicaba sería capaz de deprimirme. Hube de resignarme a eso de la depresión, como decía Cabral, su tía prefería la depresión a la felicidad porque le tardaba mas”, externa el destacado cordobés, aventurero de la historia.
Quien viera la luz un 12 de mayo de 1964, en la ciudad de Córdoba, falleció un 30 de agosto del 2007, a la edad de 43 años. Leer sus relatos lo reviven y permiten traerlo de vuelta, al personaje que consciente de lo delicado de su salud, confesó que extrañaría la cultura y costumbre de la zona centro.
“Me acordé que pasaría con las panelitas que hace la familia Galán en Coscomatepec, el pan de doña Luz o los sonidos del acordeón de la maestra Libia Domínguez, los higos rellenos de coco y el chocolate de metate”.
El destacado abogado de profesión, pero historiador por vocación no dejó de pensar en Tecama, que ya no iría entonces al puente de Metlac, a los mismos portales de Córdoba.
HABLANDO DE LAS CHICATANAS
Un platillo exótico y tradicional son las chicatanas en Huatusco, que dieron nombre al equipo de beisbol “Chicataneros de Huatusco”. Las hormigas voladoras también merecieron un apartado en los textos de Aquileo Rosas Juárez.
“La única ocasión que me he aproximado a un gusano de maguey es en una copa de mezcal. Siempre tuve curiosidad por las chicatanas, sobre todo por la cercanía con Huatusco, donde me dicen que el día de San Antonio es cuando más caen chicatanas y son una delicia”, cuenta el historiador cordobés, que nunca pudo despegarse de sus raíces chocamecas.
“Me dicen algunos amigos que ya es temporada de chicatanas, que debemos ir a probarlas, pero lo más triste es que el precio está variando de los $250 a $500 pesos por kilo”, sentenció en uno de sus últimos relatos.
El escritor y cronista había tenido la oportunidad de estar en Salvatierra, Guanajuato, con la intensión de conocer al campesino que descubrió la fórmula de hacer crecer los productos agrícolas de manera gigantesca.
“El señor amablemente me invitó a comer, cuando mi salud era a prueba de bombas, en un puesto de la esquina donde había empanadas y redonditas”. El señor lo llevó con la dueña del negocio para que mostrara la presa más sabrosa y grande. Se trataba de gusanos.
En 2006, antes de morir, Rosas Juárez tuvo la oportunidad de probar las chicatanas, “desde luego que no las vi así, como hormigas voladoras y olorosas a orines, sino ya guisadas con el tlatonile, famoso de Huatusco”, confiesa el destacado personaje que desde sus mismas líneas vuelve a la vida para contar la historia de la región.