LA BÚSQUEDA
Por: Ismael Illescas Ramírez.
A las cuatro Toñao se dispone a realizar sus tareas escolares en el estudio de su padre, sin dudarlo, es su sitio favorito para expandirse en cada rincón. A pesar de ser un lugar pequeño cuenta con dos libreros, un escritorio y un pequeño sillón cercano a la puerta corrediza que da salida al jardín. Aunque llueva y haga frío o se manifieste el calor, siempre decide que es ahí donde gusta pasar gran parte de la tarde.
Incluso, cuando tiene tareas en equipo, Toñao invita a sus compañeritos a su casa y el estudio se convierte en una gran fiesta de juego, canto y tareas. Su mamá tiende a ofrecerles agua de sabor acompañada de galletas y golosinas. Consultan los libros y creen que tienen todas las respuestas a sus dudas.
El padre de Toñao hace uso del estudio en la mañana, trabaja en el área de publicidad en la empresa y siempre tiene que contar con ideas frescas para hacer mejor su trabajo. En ocasiones la inspiración no llega y es cuando el estrés empieza a hacer estragos de su serenidad. Se levanta del asiento de su escritorio y camina de lado a lado, sale al jardín, mira al cielo, voltea a su derecha y a su izquierda haciendo más intensa la búsqueda de la idea. Mira hacia el pasto del jardín y no llegan las ideas. El tiempo devora.
Suena el teléfono y el jefe le pide que no atrase más el envío de la publicidad. Cada momento es inquieto. Se hizo de tarde y Toño baja como de costumbre al estudio, se encuentra con su padre alterado y le pide que lo deje solo. Toño no hace caso, se sienta en el sillón para observarlo.
- Hijo, estoy ocupado, tu presencia me pone más nervioso.
- ¿Por qué papá?, ¿qué te pasa?
- Tengo que entregar la publicidad a más tardar en unas horas y no tengo idea de nada.
Toñao lo observa y pregunta:
- ¿Cómo te inspiras?
Su padre tarde en responder, siempre había tenido suerte de contar con chispazos que le generaban ideas para cumplir con su trabajo. Sin embargo, en esta ocasión la suerte lo había dejado huérfano.
- Casi siempre lo resuelvo.
- ¿Por qué no buscas encontrarte con la inspiración? – le dijo.
- ¿Cómo es eso? – preguntó el padre.
- Una tarde la profesora de artes nos dijo que hay que buscar la inspiración y que ésta puede estar en el interior de un cuadro, en el ritmo de una canción, en la página de un libro, tú tienes muchos libros y pocas veces he visto que los tomes para hojearlos. La tarde más difícil que tuve para resolver mis tareas se resolvió cuando una mariposa se convirtió en libro y se quedó para siempre en uno de los libros de tu estudio.
- ¿Cómo me dices eso?
- Hojea los libros, quizá la encuentres.
Toñao se retiró del estudio y su padre se quedó sentado con la resonancia de lo que le había dicho. Se levantó del asiento y empezó a abrir los libros en búsqueda de la mariposa.
El tiempo iba transcurriendo y no la encontraba. Le parecía un gran absurdo hacer caso a la imaginación de un niño. Entre el desorden de libros bajados de los muebles cae uno. Lo recoge con la página abierta diciéndole: “en el laberinto de las flores se ha posado la sabiduría que vuela, es nómada, es silenciosa, caricia de pétalo. La esperanza muta como el temporal de las estaciones.”
Aun con el libro en sus manos salió del estudio, permaneció minutos de pie contemplando el jardín. Se acercó al rosal y miró a detalle el grupo de rosas que sonreían. Entre todas ellas saltó una mariposa que se transformó en libro ante la incredulidad de sus ojos, voló para perderse entre los arbustos del árbol cercano.
Regresó al estudio con la impaciencia desbordada y empezó a escribir lo vivido para tomar el hilo de su trabajo pendiente.
“Sé la chispa que inspira el vuelo que transforma.”
Fue el slogan de su campaña publicitaria.