LA MUJER EN NUESTRA EXISTENCIA

LA MUJER EN NUESTRA EXISTENCIA

Por: Ismael Illescas Ramirez.

Nacer, es amanecer y no concibo el nacimiento sin que exista una mujer, si la belleza de la vida viene de la madre naturaleza y ser madre solo puede ser bendición de la mujer.

Y a pesar de que sabemos eso, aun nos cuesta comprender los mensajes de las miradas femeninas, propiciamos juicios perjudiciales demeritando el valor que tiene la mujer en nuestra existencia, quien da toque de suave expresión.

Siendo las flores del reflejo de nuestros campos debemos de convertirnos en campesinos dándoles su merecida importancia brindándoles amor, paciencia, comprensión en su salud, en sus raíces, en sus experiencias, en sus capacidades que son muchas sin menospreciar su inteligencia que es infinita, porque son enfermeras cuando el dolor físico persiste y hasta su sexto sentido tiene el don de la intuición.

Sin menospreciar su edad u origen porque una sonrisa suya puede que te abra el corazón.

Sin menospreciar sus creencias y culturas puesto que son sanadoras al conocer remedios que reparan nuestra infección o siendo artistas y promotoras artesanas de las raíces de nuestro pueblo culto y que muchas de las veces no le damos atención.

Dejando que su esencia sea libre al incluirlas en todas las actividades diarias, a permitirnos que ellas sean el motor de nuestra sociedad desorientada. Porque sembrar a nuestros hijos el valor de la mujer debe empezar desde nuestros hogares, donde el hombre sea el complemento activo de vida y no el opresor celoso y estúpido machista que va matando el interior y la seguridad de un ser que nació para brindarse día a día.

Puesto que, en el atardecer, aun la mujer tiene presencia de dicha. Siendo paz de nuestras mañanas ajetreadas, siendo maestras al hacerse cargo de las tareas de los niños o brindando servicio al arte, a la salud, a la conciencia social; activando su sensibilidad como un movimiento de paz.

Proyectando ternura, inteligencia y ellas sintiéndose que aportan algo digno en el vaivén de la rutinaria cotidianeidad, teniendo voluntad, sintiéndose amada, valorada, dichosa de vivir al lado de quienes sean capaces de activarse a esta comprensión humana, donde las clases sociales, la preparación o no preparación, sean términos eliminados de nuestra propia actitud.

Conociendo, creyendo, comprendiendo a cada fémina, convirtiéndolas en musas de nuestra realidad. Tomando como aprendizaje el pasado, aplicando lo mejor de nosotros hacia ellas en el presente y confiando en el futuro despertar.

Para que aun exista esa esperanza de paz en los párpados de nuestras sabias ancestras y crean que los sentimientos y los pensamientos del hombre hacia la mujer pueden evolucionar.

Porque tan solo es amor, junto a la voluntad activa de amar. Evita cegarte por mitos irreales de la tradición banal. Ve en sus ojos la dignificación de sentido y podrás experimentar el verdadero significado que tiene la mujer en esta existencia temporal. 

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Redacción

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