POR EXTRACCIÓN DE ACUÍFEROS SUBTERRÁNEOS, LA CDMX SE HUNDE 40 CENTÍMETROS POR AÑO

POR EXTRACCIÓN DE ACUÍFEROS SUBTERRÁNEOS, LA CDMX SE HUNDE 40 CENTÍMETROS POR AÑO

CIUDAD DE MÉXICO.- Un nuevo estudio reveló que pese a las iniciativas que buscan revertir el hundimiento de la Ciudad de México, el decaimiento de su superficie, en las últimas dos décadas, se ha acelerado hasta 40 centímetros por año, lo que aumenta el riesgo de fracturación intensa, daños en la infraestructura y contaminación de los abastastecimientos hídricos, lo cual podría producir una crisis de contaminación del agua.

Una investigación, publicada en “Advancing Earth and Space Sciences”, recabó datos de la perforación de aguas subterráneas de la capital, desde 1950 hasta la fecha, junto con observaciones de GPS, realizadas desde el 2007, y el uso del Radar Interferométrico de Apertura Sintética (InSAR).

Esthelle Chaussard, de la Universidad de Oregón en Estados Unidos (EU), y autora principal del estudio, expuso que el lago, encima del cual descansa la CDMX, ya sufre las consecuencias de la extracción constante de sus aguas, pues desde hace siglos ha sido utilizado como un drenaje hídrico.

México no es la única región que recurre a acuíferos subterráneos para abastecerse de agua en el mundo, y mucho menos, la única afectada. De acuerdo con registros demográficos, Praga, Florida, Venezuela y España son otras de las áreas más impactadas por esta práctica.

Los estudiosos aseguraron que esta práctica ha producido que el lecho del lago se convirtiera en más seco. Como consecuencia, las capas de arcilla se comprimieron y agrietaron el suelo a un ritmo sin precedentes.

Además, “el peso continuo de una ciudad en expansión y la extracción constante de agua subterránea hacen que un mayor hundimiento sea en gran medida inevitable”.

Los hidrólogos internacionales aseguraron que la extracción de agua en la zona metropolitana de nuestro país; comprendida por la CDMX, el Estado de México y algunos municipios de Hidalgo, datan de la década de 1900.

En esta época, el agua de manantial y la escorrentía de lluvia fueron completamente drenadas por un canal artificial, como parte de un esfuerzo por controlar las inundaciones en las llanuras lacustres, durante la caída del imperio azteca y la conquista española.

Desde inicios del siglo XX, las aguas residuales -usadas, domésticas o urbanas- y pluviales -naturales- se extraen de esta cuenca, a través de un gran sistema de canales y túneles. Este recurso hídrico equivale al 30 por ciento de nuestras aguas y el 70 por ciento restante proviene del agua de pozos.

Desde su construcción, los científicos notaron que la ciudad estaba hundiéndose a una velocidad de ocho centímetros por año. Para 1958, dichos indicios habían aumentado a 29 centímetros anualmente.

Para revertir el hundimiento, las autoridades mexicanas tomaron la decisión de limitar la cantidad de agua que se podía extraer de los pozos. Estos esfuerzos disminuyeron la tasa de hundimiento a nueve centímetros por año. Sin embargo, en los últimos 20 años, la evidencia científica ha revelado una tasa constante de 40 centímetros anualmente.

Los investigadores señalaron que estas cifras sugieren que, dentro de 150 años, la Ciudad de México alcanzará un hundimiento total, pues las láminas de arcilla podrían comprimirse en un 30%.

Los autores manifestaron que hay poco que podamos hacer para detenerlo, ya que la arcilla superior de la ciudad ya está compactada en un 17%: “(Son) casi totalmente irreversibles”, declararon.

“No hay esperanzas de recuperación significativa de la capacidad de elevación y almacenamiento”, en el suelo de la ciudad, advirtió Chaussard. En cambio, no sólo pone en riesgo la infraestructura, sino que también amenaza la seguridad del agua para millones de personas.

A los demógrafos también les preocupan las consecuencias de esta inmersión, pues está produciéndose, en mayor medida, en regiones aún no lastradas por la urbanización. Esto ha afectado a más de un millón de hogares y familias con un nivel socioeconómico sensible.

Los expertos mencionaron que el hundimiento asimétrico conduce a un alto riesgo que la superficie se fracture, provocando no sólo daño en las infraestructuras, sino que además contaminaría los suministros de agua.

Esto se debe a las inundaciones; mientras que la arcilla se hunde, bajo la superficie, y continúa agrietándose, este flujo se filtra hasta el agua subterránea, introduciendo contaminantes.

Si esta agua se contamina, “eventualmente prepararía el escenario para una crisis de contaminación del agua”, puntualizaron los autores.

EL UNIVERSAL

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Redacción

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